Francisco Mulet

La visión artificial es una realidad que cada vez está más cerca gracias a la aportación de pacientes como Francisco, que está probando el nuevo dispositivo desarrollado por Pixium Vision dentro de un ensayo clínico europeo en el que participa IMO como único centro en España.

Expreiencia de Fancisco Mulet - Chip de retina

Francisco Mulet, con ceguera por retinosis pigmentaria desde hace más de 30 años, es uno de los diez pacientes que forma parte de un ensayo clínico europeo para probar la eficacia del chip de retina IRIS®II, siendo el primer receptor en España de este nuevo sistema de visión artificial desarrollado por la compañía Pixium Vision. A pesar de la implicación que conlleva participar en un estudio de estas características, con sesiones semanales de trabajo y un seguimiento mínimo de 18 meses, no dudó en sumarse al proyecto para contribuir como paciente al progreso científico. Su motivación a la hora de tomar esta decisión fue no solo experimentar alguna mejoría sino, sobre todo, dejar un legado y que futuras generaciones –quizás sus nietos si padecen la patología– puedan combatir la pérdida de visión que provocan las distrofias hereditarias de la retina.

Con este objetivo, en enero de 2017, Francisco se sometió a la implantación del dispositivo, con una cirugía practicada por el Dr. Borja Corcóstegui que duró 3 horas y media y que, realizada con sumo rigor y precisión, se desarrolló sin complicaciones. Un mes después de la operación, con la activación de los 150 electrodos que componen el IRIS®II, ya percibió los primeros puntos de luz, que describe como “chispas”, “flashes” e, incluso, “diamantes”. El primer impacto fue muy positivo y satisfactorio para él, ya que supuso el paso de no ver absolutamente nada a lograr captar estos destellos en medio de la oscuridad. Una ilusión que compensó las muchas horas dedicadas a ajustar individualmente la potencia de cada uno de los electrodos, con el objetivo de conseguir una perfecta alineación del dispositivo con el paciente.

Aprender a “ver” de nuevo

Pero el trabajo no acabó ahí: a fin de aprovechar al máximo los beneficios de esta sofisticada y prometedora tecnología, Francisco pronto empezó un intenso programa de rehabilitación visual para aprender a interpretar las señales de luz y “ver” con el chip; es decir, “ver” de una forma completamente distinta a cómo antes solía hacerlo y a cómo la gente está acostumbrada. El cambio no es sencillo y requiere mucha voluntad, compromiso, paciencia y dedicación para entrenar este nuevo modo de visión (o, mejor dicho, modos de visión, ya que el sistema incluye hasta 4 distintos). En este proceso lo acompaña la optometrista especializada en baja visión Carol Camino, con quien realiza ejercicios para escanear con la mirada, localizar objetos y, a partir de ahí, identificarlos en función de su forma y tamaño, con diferentes tipos de contraste y movimiento.

Asociar las luces a lo que ciertamente representan es ahora su reto, en el que está evolucionando a muy buen ritmo según los expertos, aunque a él le gustaría ir todavía a mayor velocidad: cuando se trata de ver, uno siempre quiere más. A sus 75 años, Francisco Mulet explica que es como un niño con un juguete nuevo y muy valioso entre sus manos, al que poco a poco se va adaptando con la ayuda de su familia y de un equipo de profesionales de IMO y de Pixium Vision, que asegura que está volcado en la investigación y en su persona. Esta colaboración –al final complicidad– es clave para ir superando etapas de un recorrido pionero en el que hay muchas expectativas a las que dar respuesta y muchas incógnitas por desvelar, algo que solo es posible experimentando.

Francisco Mulet en una de las sesiones de entrenamieno en IMO, junto a su rehabilitadora visual, Carol Camino.

En la vida cotidiana

Probar, equivocarse y volverlo a intentar: así es como avanza el estudio de la prótesis biónica IRIS®II, en el que Francisco ha ido alcanzando a diario pequeños hitos. Su progresión ha sido constante y, tras iniciar en marzo las sesiones de rehabilitación visual en la consulta del Instituto (con las que aún sigue), desde mayo tiene en casa las gafas personalizadas que componen el sistema, para integrarlo progresivamente en su vida cotidiana. Aquí ha emanado la complejidad del “mundo real”, donde no todo son facilidades ni condiciones óptimas para las personas con una limitación visual, algo que no ha echado atrás a Francisco, quien aprovecha sus ratos libres para ir familiarizándose con el dispositivo.

Este tesón le ha llevado a aceptar un nuevo desafío, que cumplió en junio: salir del entorno conocido en un paseo nocturno por la emblemática Font Màgica de Montjuïc, a la que hacía mucho tiempo que no iba y con la que culminó su primer medio año desde la implantación del IRIS®II. Frente a las fuentes, tratando de diferenciar las subidas y bajadas del agua, Francisco avistó no solo del trayecto recorrido, sino también del que aún le quedaba por andar. Y con el balance positivo logrado hasta la fecha, cogió fuerzas para seguir dando pasos en los próximos meses, consciente de que este es solo el principio del camino de la visión artificial.

Vistas desde la casa de Francisco Mulet, aprendiendo a utilizar el sistema de visión biónica en el entorno diario.