Fumar potencia el desarrollo de enfermedades oculares

Con motivo de la celebración del Día Mundial Sin Tabaco, Fundación IMO quiere alertar sobre los efectos nocivos que fumar de forma habitual tiene para nuestra salud ocular.

Fumar potencia el desarrollo de enfermedades oculares

Según el último informe presentado a finales de 2019 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2018 se calculó que había en el mundo 1.337 mil millones de fumadores. En España, alrededor del 22% de la población (un 18’8% de mujeres y un 25’6% de hombres, según el informe de la última Encuesta Nacional de Salud publicada en 2017) afirma fumar a diario.

Si bien los efectos nocivos del tabaco en relación con el cáncer y las patologías cardiovasculares son muy conocidos, con frecuencia tienden a obviarse las consecuencias negativas que fumar tiene para la visión. Por ello, desde Fundación IMO queremos alertar sobre la estrecha relación entre tabaquismo y el desarrollo de determinadas patologías oculares.

¿Por qué fumar puede incidir en el desarrollo de patologías de la retina como la DMAE o la retinopatía diabética?

La Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) es la primera causa de pérdida severa de visión entre los mayores de 65 años en el mundo occidental, un problema que va en aumento con el incremento de la esperanza de vida y que se dispara en el caso de los fumadores, quienes padecen la dolencia de forma más precoz y virulenta. La razón es la incidencia directa del tabaco sobre la circulación de los vasos de la retina. El efecto oxidante dificulta la circulación y la consiguiente recuperación de los tejidos, que no reciben la cantidad suficiente de oxígeno. Debido a esto, las personas fumadoras tienen 5 veces más riesgo de padecer DMAE que aquellas que no  son fumadoras.

Respecto a la retinopatía diabética, la enfermedad vascular más frecuente de la retina, se calcula que la padecen la mitad de las personas con diabetes tras 15 o más años de evolución. Nuestros expertos confirman quea la descompensación metabólica producida por la diabetes, fumar provoca el doble de daño sobre los vasos retinianos.

El tabaco, enemigo de la catarata y el glaucoma

Los daños acumulativos que experimentan los fumadores sobre la salud ocular también se manifiestan en el desarrollo precoz de catarata. La opacificación progresiva del cristalino –la lente natural del ojo que, con los años, va perdiendo su transparencia– se ve acelerada por el efecto oxidante de las sustancias nocivas del tabaco, que aceleran su proceso natural de envejecimiento.

Asimismo, estudios apuntan a que el “estrés oxidativo”, que provoca el tabaco, puede contribuir al daño del nervio óptico que provoca glaucoma, así como contribuir a desencadenar fallos en el sistema de drenaje del humor acuoso, esencial para mantener la presión ocular en niveles adecuados.

Relación entre tabaquismo y otras patologías oculares

También se ha demostrado que las personas que fuman tienen más posibilidades de padecer ojo seco, dado que los compuestos tóxicos del tabaco pueden provocar irritación y sequedad ocular.

En lo que se refiere a la zona orbitaria, las estadísticas muestran que enfermedades asociadas al exoftalmos (ojos saltones), como la orbitopatía tiroidea, se dan en mayor medida en mujeres jóvenes y fumadoras. En este caso, aunque el tabaco no actúa directamente como desencadenante, es un factor que agrava estas enfermedades. Lo mismo ocurre con algunos procesos degenerativos cutáneos, ya que el tabaquismo aumenta la vulnerabilidad de la dermis del rostro, más frágil y expuesta que la del resto del cuerpo.

Evitar el tabaco, hacer ejercicio y llevar una dieta sana, disminuyen el riesgo de padecer algunas patologías oculares

En conclusión, seguir una dieta sana, rica en antioxidantes y vitaminas, junto a tener hábitos saludables como, por ejemplo, no fumar, moderar la ingesta de alcohol y realizar ejercicio moderado contribuyen a prevenir enfermedades generales como diabetes, la hipertensión o la cardiopatía, que a la larga acaban afectando a la retina, donde se producen las afecciones oculares más graves como la DMAE, por ejemplo.

Por último, destacar la importancia de realizar revisiones oculares anuales a partir de los 40 años o antes si se tienen factores de riesgo importantes (como antecedentes familiares, alta miopía o enfermedades crónicas del sistema central). La detección precoz es fundamental para prevenir la evolución de las patologías retinianas o el glaucoma.

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