La prevención es la clave para una buena visión en personas mayores

Una de las consecuencias del envejecimiento de la población es la alta frecuencia de enfermedades oculares, que en muchos casos pueden prevenirse. Por este motivo, Fundación IMO lanza una guía de prevención de la salud ocular para personas mayores.

La prevención es la clave para una buena visión en personas mayores

El mundo evoluciona hacia un envejecimiento de su población, de manera muy especial en los países desarrollados. Las consecuencias de este envejecimiento poblacional son innegables tanto en el plano social como en el sanitario: la alta frecuencia de enfermedad, la pluripatología y la elevada tendencia a la cronicidad e invalidez, nos obligan a replantearnos con más atención que nunca la prevención y tratamiento precoz de enfermedades, ya sean oculares o de otra índole.

En este sentido, el primer eslabón de la cadena es la propia persona. El envejecimiento es un proceso, no un estado, y por tanto, no comienza en el momento en que por edad cronológica se entra en el grupo de personas mayores o jubiladas, sino que se desarrolla a lo largo de toda la vida. Nuestro código genético incide directamente en nuestro envejecimiento, pero la biografía de cada uno también juega un importante papel en este proceso. La propia persona se convierte en el principal agente de cambio en función de su trayectoria vital y sus actitudes personales.

La visión en las personas mayores

Si bien tener problemas de visión no siempre comporta dificultades serias para desarrollar una vida normal, sí hay una parte importante de personas cuyos problemas visuales limitan su vida de forma más o menos radical. Según el último Informe Mundial sobre la Visión de la OMS (2019), se calcula que en el mundo hay 2.200 millones de personas que tienen deficiencia visual o ceguera; de estos casos, más de 1.000 millones podrían haberse evitado o aún no han sido tratados.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud de España (2017) el 11,57% de la población presenta una limitación moderada para la visión, el 1,75% presenta una limitación severa, y el 0,07% presenta una limitación absoluta para ver. La limitación es más frecuente a mayor edad: del 94,96% que declaró ver sin dificultad (con gafas o lentillas si las usa) en el grupo de 15 a 24 años, la proporción fue disminuyendo progresivamente hasta un 59,41% en personas de 85 y más. En consecuencia, las dificultades, sean de la gravedad que sean, aumentan con la edad.

Ante estas cifras, surge una pregunta clave: ¿podemos hacer algo al respecto? 

la visión en las personas mayores

Las limitaciones visuales tienden a aumentar con la edad.

Evitar enfermedades oculares en la madurez

Lo cierto es que con la edad, nuestro cuerpo sufre cambios que a veces limitan las actividades habituales, y el sistema visual no es una excepción. Por tanto, es lógico que algunos desórdenes visuales estén asociados a este proceso fisiológico. Con los años, las estructuras oculares sufren cambios anatómicos y funcionales: desde los párpados, la lágrima y la córnea, hasta el cristalino, el vítreo y la retina, se ven afectados por el envejecimiento. De hecho, la mayoría de la población empieza a notar cambios en su visión a partir de los 40 años de edad. A partir de entonces, la persona puede comenzar a experimentar dificultades para enfocar la visión de cerca, para distinguir algunos colores y los contornos de los objetos, o para adaptarse a los cambios de luz.

Además, a medida que se envejece, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades oculares importantes, que pueden derivar en la pérdida de la visión o la ceguera. Y no hay que olvidar que perder visión en edades avanzadas es especialmente limitante, ya que existe menor capacidad de adaptación que en edades más tempranas y el problema visual se suma a otros condicionantes físicos y psíquicos ligados a la edad. Una mala visión en la madurez es causa de caídas, de miedo a salir a la calle, y de falta de relación con el entorno, por lo que afecta a la capacidad de participar en diversas actividades sociales, produce un sentimiento de aislamiento y favorece la aparición de cuadros depresivos.

Por su gravedad y prevalencia, entre las patologías oculares que más pueden afectar a la visión y a la calidad de vida de las personas mayores destacan la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), la catarata y el glaucoma, así como patologías de la retina vinculadas a enfermedades generales como la diabetes, la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia, cada vez más frecuentes en nuestra población, y especialmente en la tercera edad. De entre ellas, cabe destacar la retinopatía diabética.

La edad es, sin duda, un factor de riesgo en el desarrollo de estas enfermedades, pero no el único, ya que se trata de patologías multifactoriales. La clave está en minimizar los factores de riesgo evitables, como controlar la diabetes, la hipertensión o el colesterol y adoptar hábitos saludables que reduzcan sus efectos nocivos o incluso que prevengan su aparición, como el cuidado de la alimentación, el ejercicio físico y el abandono del tabaco. Llevar una vida sana ayuda a prevenir enfermedades generales y sus efectos nocivos para el sistema ocular, especialmente para la retina.

la clave para una buena salud ocular es minimizar los factores de riesgo evitables

La clave para una buena salud ocular es minimizar los factores de riesgo evitables.

El papel activo del paciente

Asimismo, existe otro factor importante a tener en cuenta: algunas de estas enfermedades son progresivas e irreversibles, y a menudo no presentan síntomas hasta que se ha entrado en una fase muy avanzada y la pérdida de visión es ya muy importante. Por tanto, la detección precoz y el tratamiento oportuno pueden prevenir la pérdida de la visión y la ceguera. Para ello son imprescindibles las revisiones frecuentes (bianuales a partir de los 40 años y, por lo menos, anuales, a partir de los 60 o si se tienen otros factores de riesgo importantes, como antecedentes familiares, alta miopía o enfermedades crónicas del sistema central).

Es conveniente, además, que estas revisiones incluyan un examen completo con pupila dilatada para detectar determinadas enfermedades del ojo en sus primeras etapas. Cabe añadir que cualquier persona, tenga la edad que tenga, debe saber que ante la aparición del más mínimo signo de alarma, como visión borrosa o disminución de la visión, debe visitar al especialista para diagnosticar la causa de la alteración y que se pueda iniciar el tratamiento adecuado lo antes posible.

Guía de prevención de la salud ocular en la madurez

Como conclusión, podemos decir que es muy probable que padezcamos una enfermedad ocular a lo largo de la vida, en especial en las últimas etapas, y que, en consecuencia, la mejor estrategia consiste en prevenir y cuidar nuestra visión desde edades tempranas, a través de exámenes oculares periódicos y del compromiso con unos hábitos de vida saludables.

Por este motivo, Fundación IMO lanza la siguiente guía de prevención ocular en la madurez, con el objetivo de informar a los pacientes y promover un papel activo en el cuidado de nuestra propia salud:

Descarga la Guía de prevención de la salud ocular en la madurez