María Peinador nació con catarata congénita, es decir, con una opacidad en el cristalino (lente natural del ojo) que comprometió seriamente su visión en un periodo clave: las primeras semanas de vida. Por ello, fue sometida de forma precoz a cirugía y, aunque consiguió mantener a raya su patología, en verano experimentó una recaída importante, que derivó en un glaucoma e hizo tambalear los logros visuales y de calidad de vida que María había podido alcanzar hasta entonces. Como nos cuenta Virginia, su madre, “la limitación visual ha condicionado en alto grado el día a día de María, obstaculizando el proceso de aprendizaje natural a su edad y ralentizando su evolución madurativa. Por ejemplo, le costaba andar y relacionarse, apenas jugaba y no mostraba la inquietud propia de los niños ya que se sentía insegura y vulnerable”. María tenía todo un mundo por descubrir delante de sus ojos y no podía verlo.
Más libertad y buen humor
La firme voluntad de hallar una solución fue el motivo que llevó a su familia hasta Operación Visión, el programa de cirugía solidaria impulsado por la Fundación IMO para dar respuesta a las necesidades de salud e integración de personas sin acceso a tratamiento. Gracias a la acogida de este proyecto, María fue intervenida de glaucoma por la Dra. Elena Arrondo, ya que la válvula de drenaje que le habían implantado previamente en el ojo derecho para reducir la presión intraocular, se había obstruido y, por tanto, no realizaba su función correctamente. A raíz de la operación de la Dra. Arrondo, se logró bajar la hipertensión ocular y frenar el daño en el nervio óptico, cuya pérdida de fibras nerviosas provoca una disminución irreversible del campo visual.
